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Los higos secos son grandes aliados a la hora de ejecutar quehaceres que exigen vigor, energía, intelecto y fortaleza. Estas cualidades las conocían muy bien los antiguos, desde Egipto hasta Grecia, desde Roma hasta Cártago, desde España hasta el Perú. No debe causar sorpresa que la ciencia actual confirme los beneficios que la sabiduría ancestral ya reconocía en este fruto, un saber que se plasmaba en la dieta de los atletas que participaban en las competencias de fuerza en el mundo antiguo, en la merienda del campesino del secano, o en los banquetes de los reyes. Por eso decimos que el pan de higo –nuestro producto emblema, compuesto en un 95% por el mejor higo seco– es tónico y fina exquisitez. 

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